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El aforismo, recurso exhortativo, proveniente de la “máximaö, cuyo eco de norma definitiva, íntima al mismo tiempo que generalizante –como las del emperador Marco Aurelio hace dos mi años- ha atravesado épocas, siendo adoptado por la poeta. Elvia de Angelis con sus especificidades únicas en este libro en vuestras manos. En él nos comparte un sumum de sus horas de vuelo en la existencia y en el arte de escribir, mas, a diferencias del tono patriarcal y moralizante del aforismo antiguo, surge en los suyos el tono presentativo, contundente, de la visión poética, ese amarre de luz inquietante, significación y apertura al infinito de la diferencia en la naturaleza y en lo humano. Nos conforta al ser único y a cualidades compartidas entre el amor, el dolor, la palabra, el verso mismo, el yo, los otros… el tiempo y la muerte. Sus fórmulas se visten de alientos de poema; sus versos, de la precisión requerida para configurar un metafísico espejo de humanidad pensante e intensidad estética en que todos nos confrontemos, plenos de imaginación y convocados por su llamado, a la transformación incesante y el fin de nuest