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Evaluar el aprendizaje no es tarea fácil, es un proceso en el que intervienen múltiples factores y variables que de manera directa o indirecta influyen en los resultados plasmados en el veredicto final que hace el evaluador. El gran reto en las prácticas de evaluación ha sido el tratar de reducir la subjetividad que de manera natural está presente en todos los procesos sociales de los cuales forma parte la evaluación educativa. Existen dos enfoques metodológicos claramente diferenciados, cada uno responde a una época distinta y a enfoques distintos pero complementarios: La evaluación cuantitativa y la evaluación cuantitativa, la primera más antigua y de gran arraigo en la escena educativa, con normas y estándares más o menos estables a nivel internacional, la segunda más reciente y en constante evolución. La evaluación cuantitativa se basa en los resultados de pruebas objetivas constituidas por reactivos de opción múltiple en sus distintos tipos y formatos, y la evaluación cualitativa que evalúa desempeños a través de indicadores que se usan para la elaboración de las herramientas de calificación propias de