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Es un manifiesto por la imperfección, expresado a través de la historia
de Erika, una eriza que pierde una pata y es por ello abandonada
a su suerte en el bosque. Allí va descubriendo los personajes
que lo habitan y comprende que nadie es perfecto y debe
quererse tal y como es.
Es un tributo a todos esos animales que esta sociedad irresponsable
e insensiblemente caprichosa abandona a diario. Erika
fue abandonada con una pata totalmente necrosada, pero tuvo la
suerte de que la pudimos operar y nuestra compañera Tania la
adoptó y la mimó hasta el fin de sus días.
Es un mensaje de autoestima, para que ese momento tan má-
gico como frágil llamado niñez no corra peligro de ser roto por la
intolerancia de los autoconsiderados perfectos.