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Los niños de seis años, hasta cierto punto, son ya capaces de controlar sus emociones, así como de canalizarlas a través de actos reflexivos y ordenados que les permiten utilizar su mente para explorar el mundo que les rodea. Por ejemplo:
- Pueden concentrarse en la tarea de empezar a buscar su propio lugar en el mundo y desarrollar nuevas técnicas intelectuales.
-Tienen una mayor capacidad para pensar en abstracto e imaginar cosas prácticamente imposibles en los años previos.
-Sienten una curiosidad insaciable hacia el mundo exterior, lo que les lleva a formular preguntas casi incesantemente.
-Sustituyen su anterior preocupación por sí mismos por una cada vez más intensa actividad intelectual.
Se trata, pues, de un período excitante y liberador. Y la tarea de los padres a la hora de enfrentarse a él no sólo debe consistir en proporcionar al niño un apoyo inquebrantable, sino también en otorgarle la suficiente confianza como para que se sienta libre a la hora de asumir sus nuevas funciones. Un dilema, en efecto, que comportará numerosos problemas cotidianos y que este libro enseña a afrontar a la vez con cariño y rigor.