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´Era indecente que en aquel jardín, entre risas y patatas fritas, los niños aprendieran a dirigir un helicóptero muy parecido en esencia al dron que había despedazado a otros niños que jugaban al balón en el complejo de Baz-el-Had y casi le mata a él también. Y, sin embargo, así era el mundo. Su mundo. Donde los boys scouts tenían en su programa disparos con armas reales pero la gente se escandalizaba por ver a un niño con un fusil en una zona de guerra. —¿Tú me quieres, Charlie? —le preguntó bajando la vista. Él no le respondió. Con un dedo, le bajó la barbilla. Su apasionado beso tendría que servir. Annie no se lo devolvió´